Señores: Un servidor, 
        Pedro Perez Paticola, 
        cual la Academia Española 
        "Limpia, Fija y da Esplendor". 
        Pero yo lo hago mejor  
        y no por ganas de hablar,  
        pues les voy a demostrar  
        que es preciso meter mano  
        al idioma castellano,  
        donde hay mucho que arreglar.  
      ¿Me quieren decir por qué,  
        en tamaño y en esencia,  
        hay esa gran diferencia  
        entre un buque y un buqué?  
        ¿Por el acento? Pues yo,  
        por esa insignificancia,  
        no concibo la distancia  
        de presidio a presidió,  
        ni de tomas a Tomás,  
        ni de topo al que topó.  
      Mas dejemos el acento,  
        que convierte, como ves,  
        las ingles en un inglés,  
        y pasemos a otro cuento.  
        ¿ A ustedes no les asombra  
        que diciendo rico y rica,  
        majo y maja, chico y chica,  
        no digamos hombre y hombra?  
        Por eso no encuentro mal  
        si alguno me dice cuala,  
        como decimos Pascuala,  
        femenino de Pascual.  
      ¿Por qué llamamos tortero  
        al que elabora una torta  
        y al sastre, que trajes corta,  
        no le llamamos trajero?  
        ¿Por qué las Josefas son  
        por Pepitas conocidas,  
        como si fuesen salidas  
        de las tripas de un melón?  
      De largo sacan largueza  
        en lugar de larguedad,  
        y de corto, cortedad  
        en lugar de sacar corteza.  
        De igual manera me quejo  
        de ver que un libro es un tomo;  
        será tomo, si lo tomo  
        y sino lo tomo, un dejo.  
      Si se le llama mirón  
        al que está mirando mucho,  
        cuando mucho ladre un chucho  
        se le llamará ladrón.  
      Porque la silaba "on"  
        indica aumento, y extraño  
        que a un ramo de gran tamaño  
        no se le llame Ramón.  
      Y por la misma razón,  
        si los que estáis escuchando  
        un gran rato estáis pasando,  
        estáis pasando un ratón.  
        Y sobra para quedar  
        convencido el mas profano,  
        que el idioma castellano  
        tiene mucho que arreglar.  
      Autor Anonimo 
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